“Hoy día 29 de Abril de 1945, siendo las 09:45 AM, me encuentro refugiado dentro del búnker, lugar que se ha convertido en mi hogar desde hace diversos meses dentro de la Guarida del Lobo, nombre clave que designa a uno de mis mayores cuarteles militares, construido como refugio de tal inesperada situación que ahora mismo vivimos mis fieles y yo. Hoy he decidido abrir de nuevo mi Diario, para relatar los hechos más atroces y maravillosos que sé que pasarán a la historia...
Me encuentro tomando decisiones que nunca creí que pasasen por mi cabeza. Me detengo con no tanta mente fría para analizar la situación de Alemania, mi gran Alemania. Supongo que las cosas que están pasando determinan un horrible final para mi ideología y todo lo logrado por mí durante años... Agotado y rendido, pensando que la mínima posibilidad es ya nula en mi mente, lo único que pienso con la sinceridad más extrema es con la palabra “suicidio”.
Los soviéticos están atacando diversas poblaciones y ciudades del país y más pronto que tarde, aunque me duela y cueste decirlo, tomarán la ciudad de Berlín. Espero no estar aquí para cuando todo eso suceda. A pesar de todo, no me rindo y mantengo la esperanza de que Alemania gane la Guerra. Sé que el nazismo frente a las democracias liberales y el comunismo podrán sobreponerse y lograr el dominio absoluto de toda nación Europea y si es posible de todo el mundo.
Barajo la posibilidad de que el horrible final que le depara a Alemania, me tocará de lleno a mí... Y es por ello que antes de que todo eso suceda prefiero suicidarme.
Dentro de este diario, guardo los mejores momentos de mi vida, esas tantas situaciones donde la palabra GLORIA y ESPLENDOR me acompañaban de lleno. Qué lástima tener que abrirlo hoy para contar lo peor de lo peor, tener que relatar presagios tremendamente terribles.
Sé que son muchos los que estarían dispuestos sin ningún tipo de escrúpulos dar su vida por mí, en cambio, seré yo quien decida acabar con la mía lo antes posible. Antes de ver que Alemania se va a pique y yo ya no tenga todos los "hilos" suficientes, ni la fuerza necesaria para luchar por ella.
Hoy y a lo largo de estos últimos días, quiero dejar constancia del comienzo de todo lo que ahora está trayendo tales consecuencias y sus porqués.
Año 1889, tal día como hoy hace 56 años, vine al mundo en Austria. Desde ese momento, quedó predicha la importancia que lograría tener yo a lo largo de toda mi vida... Fui como todos, un niño normal, un poco hiperactivo y rebelde, pero muy leal y perseguidor de toda cosa que quisiese.
Transcurridos los años, cuando tenía unos 25 años por ahí, en el año 1913 decidí formar parte del ejército alemán, me alisté a él con el claro propósito de sublevarme y conseguir ser algo más, se olía de forma persistente la idea de que una guerra podría estallar lo antes posible. Y así fue, la Gran Guerra estalló en 1914, cuando apenas llevaba yo cuatros meses en mi rango (soldado raso). Fue atroz todo lo que me tocó vivir, he de confesar que tenía ese afán de imponer mis ideas sobre los superiores, recibiendo por ello castigos penitenciarios en el cuartel. Ese ideal de sublevación por conseguir lo que fuese por mí Alemania, me llevó a cometer todo tipo de tácticas, luché como nadie, aunque mi listón no quedó reconocido del todo, el mayor reconocimiento que obtuve fue el de ascender a cabo.
Saber que cuando la guerra terminó el poder se lo llevaban los otros, creó dentro de mí una impotencia unida a un odio feroz de ver como las oportunidades se iban de las manos y nadie hacía nada por retenerlas.
El odio fue a mayor cuando en 1919, se elaboró un tratado de paz, llamado tratado de Versalles, donde los países Aliados y Alemania concretaron, después de la Gran Guerra, que Alemania cargaría con la responsabilidad de todas las consecuencias que la guerra había generado en Europa. Se ocuparían de reformar todo lo destruido en su momento.
Dicho tratado fue roto, desde que llegué al poder fue una de las primeras cosas que hice… Recuerdo ese maravilloso día, cuando el 30 de enero de 1933, me proclamaron canciller alemán. Confieso que no fue de la manera más adecuada, pero la fuerza y la presión sobre los demás fueron mis armas más dotadas así que no prescindí de ellas cuando me hicieron falta.
Hoy querido diario, te confieso todo los antecedentes de mi vida… Llegar al poder fue una de las cosas más maravillosas que me han pasado, conseguir todo lo maquinado por mi cabeza ha sido un reto placentero y me siento orgulloso. Aunque no fueron alegrías todas las cosas que pasaron ante mí, recuerdo que en el año 1923, organicé y elaboré un golpe de Estado, ese tan famoso pustch de Munich, entre los días 8 y 9 de noviembre de dicho año. Lo provoqué gracias a la ayuda de mi partido minoritario hasta entonces, el PNSA (Partido Nacional Socialista Alemán). Dicho intento de lograr el poder por todos los medios y resultar fallido, provocó que uno de mis máximos dirigentes (Rudolf Hess) y yo fuésemos procesados y condenados a 5 años de prisión, de los cuales sólo cumplí un año.
Año en el cual me resultó de provecho, ya que tuve la oportunidad de escribir durante esas largas tardes y sesiones de soledad que me acompañan siempre, una obra propia, relatando mi biografía junto con mis ideas fascistas y racistas propias del nacionalismo. A este libro le otorgué el nombre de “Mein Kampf” (Mi Lucha).
Bueno y ya que nombro el poder que he sobrepuesto por toda Europa a lo largo de todos estos años, me gustaría dejar constancia de muchos de los ataques que produje motivado por las ansias de que una sola raza fuese impuesta en toda Europa y en el mundo si me hubiera sido posible.
Hablo de esta raza, como la raza aria perfecta, esa que con tan sólo escucharla define claramente la superioridad del hombre blanco europeo por encima de cualquier otra raza o etnia. Una raza perfecta, una raza que no arrastra consecuencias de ningún tipo de acto que haga, es la única con derechos para hacer del mundo lo habido y por haber.
Bueno, ahora sin andarme por las ramas relataré uno a uno los conflictos, ataques y consecuencias de cada una de las cosas significativas que marcaron mi vida, Europa y a todo el mundo.
En el año 1918, justo cuando la Gran Guerra había manchado nuestro honorable nombre, se crea un partido político (comunistas alemanes) formado por el ala bolchevique del partido socialdemócrata, que se oponían a la gran guerra, argumentando que se trataba de una guerra imperialista. Durante mi dictadura nazi, fueron suprimidos y sus dirigentes enviados posteriormente a campos de concentración, está clarísimo persona que no siguiese mi ideología no era un auténtico alemán.
¡Uff! Las horas pasan y pasan y aquí sigo… concentrado relatando con perfecta ubicación y concordancia toda mi vida, aún así sabiendo que son pocas las horas que me quedan de vida… aun así, merece la pena seguir escribiendo.
Ahora que recuerdo querido diario, quiero destacar a los Juegos olímpicos de Berlín, celebrados un año antes de mi nombramiento como canciller. La etapa de estos juegos trajo oportunidades magníficas para hacer propaganda de mi ideología fascista totalitaria, gracias a la ayuda de mi fiel amigo Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania nazi, una figura clave dentro de mi régimen. Con la distribución masiva de publicidad sobre mi partido, obtuve a muchos más seguidores y eso me llenó de honra y plenitud.
Por otro lado, durante la celebración de tales juegos, se celebró una competición de relevo entre participantes de diversos países, entre ellos EE.UU., donde dicho jugador era negro… aún lo recuerdo y la palabra “asco” recorre de pies a cabeza todo mi cuerpo. Y el colmo de los colmos, fue que resultó ganador de esa prueba y yo como invitado central por parte de la sede, me otorgaron el honor de entregar las medallas a los finalistas… Yo, indignado al ver semejante ridículo abandoné sin más el palco. Que pena que ya no tendré oportunidad de acabar con esa raza, al igual que con el exterminio judío. Hubiese sido todo un placer.
Son tantas las fases significativas de mi vida que creo que involucrarlas dentro de este diario no será suficiente, pero de la forma más correcta hablaré de ellas con orgullo o pesimismo.
Son las 20:45 PM, como pasan las horas y ni me entero… estoy aquí, dentro de mi despacho, escuchando sin cesar los continuos bombardeos que estallan en el exterior, es increíble que ni siquiera el aislamiento que produce un búnker, evite los sonidos estrepitosos de fuera. No sólo escucho a los torpedos y bombas caer, también si presto atención oigo a mi perra Bloni jadear de forma constante, como si estuviese alterada. Una de las más fieles dentro de mi Reich, siempre alentadora y eficaz, sin desobedecer ninguna de mis órdenes… siento una pena y lástima terrible de pensar que mañana antes de efectuar mi suicidio, experimentaré con ella los efectos que causa la cápsula de cianuro que he decidido tomar para no alargar mi agonía un segundo más. ¡Estaré orgulloso de ella de por vida!
Quiero detenerme ahora para relatar de forma extensa la importancia de esta gran guerra ideológica, sus causas, los hechos más contundentes y las consecuencias que acarrearán los ciudadanos y potencias del mundo, cuando toda esta guerra llegue a su fin.
(Creo preciso comenzar de forma ordenada el paso de toda esta Segunda Guerra Mundial.)
Como bien he explicado anteriormente esta guerra es una guerra absolutamente ideológica, todo ha sido un ir y venir de batallas y entrechoques de las ideologías más arraigadas de toda Europa. Por un lado, las democracias liberales, llevadas a cabo por los países de Francia, Gran Bretaña y de forma alejada EE.UU. La otra ideología dominante es la del comunismo, que se da en la Unión Soviética (Rusia). Ya por último, y como la más importante el fascismo, llevada a cabo por Alemania, Italia y de una forma no tan propiamente, Japón.
Creo preciso, comenzar de forma ordenada a partir del tratado de Versalles todo mi paso por esta guerra ideológica.
En el año 1919, participé por primera vez en una reunión del Partido Obrero Alemán. En Abril de 1920 me retiré por completo del ejército y me dediqué de pleno a la labor de propaganda dentro del partido, que en ese mismo mes, le fue cambiado el nombre a Partido Obrero Nacionalsocialista o Partido Nazi. Conseguí el apoyo del Ejército y en especial de un ex oficial de la Wermarch y jefe de Hitler, debido a que el militar había desempeñado un cargo político dentro de la institución armada.
Como buen observador de los Socialdemócratas tomé la idea de partido y los métodos de propaganda de masas que ellos empleaban. De los Nacionalistas alemanes adopté el nacionalismo extremo, el antisemitismo y el antisocialismo. De los socialcristianos la idea de la compensación profunda y el bienestar del pueblo. Estas teorías me ayudaron y fueron grandes pilares para formar y crear la ideología perfecta de una misma nación.
El Partido Nacionalsocialista se basaba en la premisa de que los agitadores de izquierda y por lo general de origen judío, habían alejado a las masas alemanas de su sentido natural de patriotismo y para contrarrestar ese hecho era necesario conquistar a los trabajadores actuando principalmente sobre sus sentimientos y no sobre sus ideas. Para esas fechas, los efectos del Tratado de Versalles, se hacían sentir en el pueblo alemán, efecto que abonaba el terreno para el engrandecimiento de los partidos políticos.
A partir de todo eso se creó la “Sturmabteilungen” o SA: militares entrenados para disolver y resolver las manifestaciones de los partidos contrarios del nazismo y proteger las reuniones de sus militantes.
Llegó el año 1923, y sintiéndome con la fuerza y autoridad necesaria dentro del partido, intenté tomar la ciudad de Munich, contando con el visto bueno de un general del ejército, lo que podía garantizar, no un apoyo total, pero al menos la complacencia del ejército.
Conseguí reunir a muchísimos miembros de la SA, pero el golpe fracasó. Fue disuelto por la policía y fui condenado a cinco años de cárcel, junto con uno de mis dirigentes, Rudolf Hess, muy conocido dentro del partido nazi por ser, durante años, el segundo dirigente del partido y del estado nazi, aunque también ocupó varios cargos ministeriales. Nuestra condena en prisión no fue cumplida por completo, al año salí de prisión, bajo la libertad condicional.
Durante los años posteriores, Alemania empezó a salir de la depresión, la clase obrera se repuso, pero la pequeña burguesía fue severamente afectada por la crisis económica. A mi salida de la cárcel, tenía asimilado por completo el gran error que había cometido en el 23, por tanto aprendí de él y cambié la orientación del partido. Dedicándome a cortejar a esta clase social que pertenecían al partido.
Llegué a la conclusión de que el ejército sería fiel a quien estuviese en el poder y concentré entonces todos mis esfuerzos para tomar el gobierno por métodos legales.
Para lograr dichos propósitos debía de engrandecer el partido nazista. El cual engrandeció considerablemente respecto al año 1923. Durante las elecciones del año 1928, obtuve 800.000 votos, con los cuales conseguí muchos escaños considerables en el Parlamento, fui uno de los diputados con más seguimiento en esa época.
Hacia el año 1929 el Partido Nacionalsocialista contaba con casi unos 200.000 miembros aproximadamente, año en que se inició la gran crisis económica, que terminó por completar la ruina de la economía alemana.
Durante la primavera del año siguiente (1930), dimitió el canciller Socialdemócrata que gobernaba en Alemania, siendo elegido minoritariamente un siguiente canciller (Brunning). Sin embargo, no obtuvo aprobación del parlamento el cual solicitó al presidente Hindenburg la convocatoria de nuevas elecciones.
Transcurridos dos años en 1932, el presidente Hindenburg de la República de Weimar, que por cierto su nombre siempre será conocidísimo ya que fue utilizado para designar el nombre a un dirigible “zeppelin”. Dirigible que sufrió un accidente que supuso el fin del uso de éste como medio de transporte.
Retomando, éste señor, (Hindenburg) convocó de nuevo elecciones presidenciales, donde obtuve un tanto por ciento considerable de los votos, mientras que Hindenburg me superó con una marca más elevada de votos.
Ya que hago referencia a la República de Weimar, quiero dejar constancia de que fue en esa ciudad donde fue impuesta la democracia que existía hasta el momento de yo llegar al poder. Fue un término muy hablado y extendido durante los años de 1919 hasta 1933.
En verano de ese mismo año fue disuelto nuevamente el Parlamento y convocadas nuevas elecciones, donde aproveché para poner en marcha las masas absolutas del Partido Nacionalsocialista y obtuve gracias a ello millones de votos que me aseguraron de pleno, la mayoría en el Reichstag con un número de escaños muy elevados. Sin embargo, no obtuve el poder absoluto como Canciller.
Con la mayoría en el Parlamento, los nacionalsocialistas disolvieron al canciller que estaba antes de mí y jefe de estado: Hindenburg se vio obligado a convocar a nuevas elecciones en el mes de Noviembre, en las que el Partido Nacionalsocialista perdió escaños, pero como seguía teniendo mayoría, se me ofreció la vicecancillería, cargo que por supuesto no acepté, no estaba dispuesto a ser la miga del pan. A partir de la negación por parte mía, se manifestaron muchas querellas políticas y grandes disturbios callejeros, a Hindenburg no le quedó otro remedio que aceptar y rendirse, ofreciéndome finalmente tras un largo proceso de opresión el cargo como Canciller. Como tal fui elegido el 30 de enero de 1933. Creando así el III Reich, nombre que hace referencia a mi imperio nazi en su totalidad.
Después de mi nombramiento como canciller, ese mismo año se produjo un incendio en el Parlamento que acabó con el edificio y su interior por completo. La culpa de tal catástrofe fue de pleno para los socialistas, además yo mismo me encargué de que así fuese, no podía dejar pasar tal oportunidad, una oportunidad magnífica que me brindaba el destino… con la cual, podía ganar más seguidores a mi favor. Todos sin ningún tipo de objeciones aceptaron tal culpa, aunque no obstante años después se descubrió que la culpa fue mía plenamente. Pero para entonces ya me daba igual, tenía en mis manos el control de toda Alemania y de gran parte de Europa, nada ni nadie daría un paso al frente para retarme y mucho menos para cargarme con culpas. Gracias a tal incendio, mediante un decreto presidencial, el Partido Comunista fue declarado fuera de la ley. Poco después se fueron disolviendo los otros partidos y en ese mismo año, Alemania quedaba convertida en un país autoritario, se creaba así el Eje alemán, Alemania era controlada por una única política, el fascismo. Seguidamente fueron eliminadas organizaciones sindicales también.
Me gustaría hacer referencia a “La noche de los cuchillos largos”, una operación muy destacada y significativa (conocida también como Operación Colibrí). Fue una purga que tuvo lugar en Alemania entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934 (año después de ascender al poder). Ocurre cuando el régimen nazi llevó a cabo una serie de ejecuciones políticas. Decidí que era conveniente el ataque al máximo dirigente de la SA, sí así es, parece algo fuera de lo común atacar a uno de los míos pero la SS se impuso frente a la SA. Ya que no podía aceptar la idea de que otros de mi mismo partido me pudiesen traicionar.
Y si de traiciones hablamos, señalo el nombre de Stauffenberg, militar alemán, coronel del Estado Mayor de la Wehrmacht y jefe del ejército de reserva de Berlín. Su nombre pasará a la historia al igual que yo, ya que éste individuo elaboró un atentado frustrado contra mí. Llamado: “Operación Valkiria”. Su intento fue fallido y mucho más en vano. Según lo que argumentó en su momento, no le parecía justo como mi régimen nazista, mataba a millones de judíos. Sinceramente oídos sordos fue lo que hice cuando esbozó su defensa, no dejaré de repetir hasta la saciedad que uno es alemán si sólo ve por sí mismo y no por los demás… Stauffenberg, decidió ir en contra de mí y las cosas no le salieron color de rosa.
Retomemos los asuntos relevantes que ocurrieron durante los años de 1935 y 1939.
A principios de 1935, confieso que a pesar de llevar dos años en el gobierno me encontraba con un poder ilimitado, poder que empecé a obtener a partir de la muerte de Hindenburg. Donde fui elegido Presidente de Alemania, además de Canciller. En ese mismo año de 1935 sin más denuncié el Tratado de Versalles, restableciendo el servicio militar obligatorio y a su vez elaboré la creación de la fuerza aérea alemana de la Luftwaffe.
Ya en el año 1937, fue firmado un protocolo, elaborado en una reunión donde participamos, mi ayudante el Ministro de Guerra Mariscal de Campo von Blomberg, el General Fritch Comandante General del Ejército, el Almirante Raeder Comandante General de la Marina, Goering Comandante General de la Aviación, y von Neurath Ministro de Asuntos Exteriores y como no, yo mismo, presidente y canciller de la maravillosa Alemania. En dicha la reunión se puso de manifiesto mi clara intención de enmendar a toda costa los errores producidos por el Tratado de Versalles. Para ello, tenía claras intenciones de incorporar a Austria dentro de Alemania, recuperar los territorios de Bohemia y Moravia escindiéndolos de Checoslovaquia, disolver a dicho país e independizar Eslovaquia.
Durante esta misma década de los años treinta, se produjo una anexión por parte de Alemania en la región de los Sudetes, nombre general que designa una región limítrofe de la República Checa, al norte de Bohemia, que comprende la frontera occidental y parte de la frontera septentrional y meridional, y que incluye aquellos distritos situados alrededor de la cordillera de los Sudetes, al norte, los montes Metálicos, al noroeste, y la selva de Bohemia. El enfrentamiento entre los dos grupos étnicos aumentó en la década de 1930, cuando la población alemana decidió escindirse de Checoslovaquia e incorporarse a la Alemania de Adolf Hitler, provocando una crisis internacional en 1938 que concluyó con la cesión de los Sudetes a Alemania, para solucionar la crisis que el territorio de los Sudetes vivía, gracias al Pacto de Munich.
Dicho pacto fue elaborado en septiembre de 1938. La reunión se llevó a cabo en la propia ciudad de Munich, en donde los Aliados aceptaron la anexión de los Sudetes, Bohemia y Moravia a Alemania a cambio de la paz. Adoptando por tanto una postura de apaciguamiento por parte de los Aliados, los cuales tenían miedo por el desenfreno que llevaba yo mismo sobre Europa en esos tiempos, ese miedo se sentía con más agudeza ya que todos sabíamos que esto desencadenaría una nueva guerra Mundial.
Retomando el tema, durante el proceso de estas maniobras encontré muchas dificultades, como cuando decidí conquistar Polonia, consiguiendo su derrota muy rápidamente, en Septiembre de 1939. Después de tal hazaña me encontré con el rechazo por parte de los soviéticos, los cuales no estaban de acuerdo en que yo estableciese a más el fascismo nacionalista.
Para calmar la situación no me quedó de otra que ceder y firmar un tratado secreto con los soviéticos, donde dejaba explícita la repartición de Polonia entre ambos. Fue entonces cuando mi preocupación fue a menos, ya que sostenía de brazos cruzados a los soviéticos mientras, que mi dictadura nazi y yo emprendíamos nuevas estrategias de conquistas territoriales. La segunda Guerra Mundial acababa de empezar.
Tanta fue mi confianza y tanto era el poder que tenía en esos años que mis ansias fueron cada vez a más, ansias que los Aliados no pudieron parar ni tenían otra opción, sino la de aceptar la anexión ya establecida de los Sudetes, más la de Bohemia, Moravia, Dinamarca y Noruega. Conquistadas y anexionadas a Alemania, todo esto a cambio de una “paz”.
Me inclino ahora a escribirte sobre Anschulss, término que designa la incorporación de Austria en Alemania, se produjo durante la década de 1930 también, cuando mi dictadura ya estaba consolidada y mi único objetivo era el de anexar el máximo de territorios convirtiéndolos directamente en propiedad alemana. Pues como te comento, Anschulss, fue una de mis tantas anexiones ya que el número de alemanes que vivían ahí era elevado, siempre he dicho que donde haya un alemán allí está Alemania. Francia y Gran Bretaña permitieron que me anexionase para calmar un poco mis ansias, se equivocaron conmigo, ya que mi búsqueda desenfrenada por conseguir todo lo que me propusiese me llevó a más.
He de confesar que fueron muchos mis atrevimientos, unos atrevimientos certeros según mi mente, que me guiaban con el único deseo de establecer un único Reich para todos y dominar de forma completa el continente europeo.
Hacia el año1939, yo mismo reunía en mis propias manos unos poderes que ningún estadista alemán había obtenido nunca en su historia. Mi meta clara y sin objeciones era la de crear el Reich Alemán que duraría por lo menos mil años.
Tanto fue así, que estaba demasiado confiado con la política de apaciguamiento que habían tomado los países de Gran Bretaña y Francia. Fue entonces cuando armado de valor y de mucha fuerza decidí derrotar a Francia y a Gran Bretaña, sabía que consiguiendo la derrota de éstos mi victoria estaría asegurada, sería el amo y dueño de Europa.
Comencé por tanto con la conquista de Francia, en el año 1940. Dicha conquista e invasión de París, se produce cuando mí partido nazista invade a Francia por completo, con la intención de imponer sobre ella su fascismo y conseguir que formase parte de Alemania.
Cuando se produce tal ataque, los nazis conseguimos arrebatar diversos territorios a Francia, produciéndose así una división de ésta. Por un lado, la Francia de Vichy al norte del país, ocupada por los nazis y dirigida a su vez por el mariscal Pétain, héroe francés en la batalla de Verdún durante la primera guerra mundial, dicho dirigente accedió a la jefatura del gobierno el 16 de junio de 1940, en pleno colapso del ejército francés tras el ataque alemán. Ésta parte del país simpatizaba con los nazis y todo lo relacionado con el poder del fascismo que se daba en esos momentos sobre Europa, casi de forma total.
La otra parte dividida del país fue renombrada: “Francia de Gaulle” es decir, la Francia Liberal, donde los pocos franceses que quedaban se oponían a que Alemania siguiese arrebatando los pocos territorios que quedaban disponibles dentro de Francia.
El dirigente al cargo de la Francia del sur, llamado Gaulle ejerció durante los periodos de entreguerras diversos cargos militares, en particular el de secretario del Consejo de Defensa Nacional (1937–1940), bajo el mando del mariscal Pétain. Ante la rendición de su país frente a los invasores alemanes durante la II Guerra Mundial, fundó en su exilio en Londres el movimiento «Francia Libre» en contra del gobierno de Vichy y prosiguió la lucha desde las colonias y apoyando la resistencia interior.
La liberación del país se produce cuando por parte de los Aliados, ganan una ventaja estrepitosa con el desembarco de Normandía. Dicha estrategia, denominada en clave: “Operación Overlord”, fue la invasión marítima que se produjo en Europa el año pasado (1944), llevada a cabo en el noroeste de Francia. Ocupada hasta entonces por la Alemania nazi. El desembarco fue ejecutado por las fuerzas aliadas el la segunda guerra mundial, dirigida por Roosevelt y Churchill, dirigentes militares de EE.UU. y Gran Bretaña, el esfuerzo de éstos se concentró en desembarcar en Europa un ejército, que después de liberar a Francia, siguiese de continuo hasta llegar al mismísimo corazón del III Reich (Berlín).
Después de la conquista de Francia, finalizada casi en el año 1941… a dicho año, puedo considerarlo como un año de etapas y de fases diferenciadas. En primer lugar, destaco la entrada de Estados Unidos a formar parte de la Guerra de la mano de los Aliados; entran en dicho bando ya que siempre EE.UU. se mantuvo neutral, pero sentía una cierta simpatía hacia ellos ya que esta potencia americana, se rige bajo una democracia liberal.
Su entrada dentro de la Segunda Guerra Mundial, se efectúa cuando Japón, dirigido por el emperador Hirohito; el 7 de septiembre de 1941, realizó un ataque sorpresa a EE.UU. en un complejo portuario y base militar, llamado Pearl Harbour, ubicado en la isla de Oahu, perteneciente en el archipiélago Hawaiano. Japón efectuó el ataque ya que EE.UU. pasaba por esos momentos un bloqueo económico muy importante.
La verdad es que preferiría que ese ataque no se hubiese efectuado jamás, Japón se dejó llevar, confiado en que EE.UU. con dicho ataque se mantendría al margen de todo, pero no, todo lo contrario.
A mi favor como gran potencia tenía a Japón, pero nada que ver con la fuerza que había obtenido el bando Aliado. Italia también estaba unida a mí, pero por favor, que Dios me libre de volver a nacer y cometer el error de unir en mi Eje a tal país, vale que Mussolini compartiera mi misma ideología, pero no hacía sino meterse en líos. Intentó conseguir colonias en territorios de Grecia y de otros pocos países, pero confieso que eran muy torpes y lanzados. Siempre me tocaba a mí y a mi ejército nazi, irlos a rescatar de cualquier meollo en el cual quedasen involucrados.
Sin ir más lejos: Italia, cuando en el año 1941, tuve que organizar y enviar a la Afrika Korps (fuerza militar alemana) al norte de África como respaldo de las tropas italianas que estaban siendo derrotadas por los ingleses durante ese periodo. Rommel, dirigente de tan flamante fuerza es un ejemplo a seguir por su empeño, valentía y perseverancia ante todas las situaciones que en esos difíciles momentos se vivían.
Italia, también sufrió en el año 1943 la invasión de los Aliados por el Sur, desembarcando en el país y arrebatando territorios donde se regía el fascismo como poder absoluto. Mi amigo íntimo, Mussolini, no tuvo escapatoria y me suplicó ayuda cuando vio que la soga la tenía al cuello. Fue entonces cuando organicé a mis tropas nazis de la Wehrmacht enviándolas al norte de Italia, para que se uniesen como apoyo y barrera en un Estado provisional: “La República Social Italiana o República de Saló”. Un Estado creado por Mussolini, un organismo estatal dominado por los alemanes desde septiembre de 1943 hasta abril de 1945. Estado considerado como “guarida” ante los ataques incesantes que producían los Aliados, en su avance por Italia.
¡Con tanta habladuría sobre Italia, me he dispersado! Retomo querido diario:
Ahora me detengo, retomando de nuevo las fases significativas que se produjeron a lo largo de 1940. Un año fatídico, como ya te he dicho, pero que jamás dentro de mis remordimientos desaparecerá el que siento desde que en Octubre de ese mismo año se diese por concluida la batalla que realicé en la ciudad de Inglaterra; te comento:
Todo comenzó en verano del cuarenta, cuando mi nombre sonaba por todo lo alto, yo era el amo y señor de todo y todos (me repito lo sé, pero significó mucho para mí llegar a ser lo que fui). Ese verano, la Batalla de Inglaterra no fue una única batalla sino toda una serie de operaciones libradas en cielo británico en donde durante cerca de cuatro meses (julio-octubre) Alemania buscó destruir a la Royal Air Force (RAF) para obtener la superioridad aérea necesaria para una invasión de las islas. Estaba convencido de que la fuerza aérea alemana superaría con creces a la británica pero no fue así…
Me cegué, lo confieso, llegando a pensar que conseguiría el domino de Gran Bretaña al igual que como hice con Francia, pero para mi sorpresa no fue así… Estaba seguro de que derrotando a tan majestuosa potencia como la británica, conseguiría de una vez por todas y sin ningún tipo de objeciones dominar ampliamente territorio tras territorio de toda Europa, era invencible y todo se desmoronó ante mis pies en cuestión de segundos.
Mi flamante Luftwaffe, dirigida por Goering (miembro destacado del partido nazi, lugarteniente de mi partido y comandante supremo de las fuerzas aéreas alemanas), parecía muy superior a la RAF. Poniendo en marcha así, un plan de ataque a Gran Bretaña que preveía, en primer lugar, aplastar a la aviación inglesa y, seguidamente, atacar los puertos y el sistema de comunicaciones durante dos semanas, al cabo de las cuales se evaluarían los daños para decidir el futuro de León Marino.
La Luftwaffe preparó tres flotas aéreas. La II Luftflotten, con cuartel general en Bruselas y la III Luftflotten con cuartel general en París, sumaba unos 2.000 aviones y actuaban independientemente una de la otra. También recurrí a la utilización del cohete V2, primer misil balístico del mundo usado por nosotros los alemanes, muchos de estos misiles fueron disparados desde las costas francesas hacia Londres con el fin de provocar la mayor devastación posible.
Todo fue en vano, los británicos soportaron a sol y a sombra con una fuerza indomable nuestros continuos ataques. No contábamos con la idea de que ellos, hacían uso del radar; adelanto tecnológico del cual nosotros, los alemanes, no contábamos. Gracias a ese sistema estratégico, ellos podían con mayor certeza persuadir y vigilar puntos donde los aviones de la Luftwaffe volaban.
En ese año, el ministro que dirigía Gran Bretaña era Churchill: nombrado Primer Ministro de Inglaterra en mayo de 1940, después de la dimisión de Chamberlain (colaborador de la política de apaciguamiento que antes esbocé). En definitivas, todo un ejemplo como ministro, no se rindió ante nada y hoy guardo cierta envidia hacia él… Recuerdo que después de la batalla de Inglaterra, siempre decía con aires de protagonismo que: “nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”. Cierto, la RAF se quedaba corta ante nosotros, eran pocos los pilotos, frente a mis fuerzas aéreas, pero esos ataques no debilitaron a aquellos grandes hombres. (Qué repugna siento, teniendo que bajar la cabeza a algún modo y reconocer las cosas).
Después de estos grandes acontecimientos, he decidido guardarme el peor de todos para el final… prefiero tranquilizarme y ordenar un poco mi mente, para relatar paso a paso mi gran y estruendoso ERROR, traicionar a la Unión Soviética y por tanto atacarla.
Año 1941, todo se imponía ante mis pies, me creía capacitado, veía que las cosas se elevaban como la espuma a mi favor… viendo que todos se rendían, ideé un plan de ataque y de traición hacia la URSS, una traición que me costó los esfuerzos fructíferos de muchísimos años atrás. Con Stalin, dirigente comunista de la Unión Soviética, pacté un tratado de repartición de Polonia, en aquellos años cuando se interpuso en mis planes y creí conveniente que no entrase en guerra contra mí. Comencé a movilizar a mis tropas, enviándolas a diversos estados de Rusia para que se fuesen apoderando sin pudor de todo territorio que encontrasen a su paso. Tanto fue así, que mis fronteras se ampliaron llegando casi hasta San Petersburgo y lugares como Leningrado, ciudad sitiada por las fuerzas armadas alemanas desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944. Por orden exclusiva de mí partido, la ciudad era constantemente bombardeada y sistemáticamente privada de sus suministros.
Aproximadamente murieron más de 1.500.000 de personas, de las cuales eran cerca de 1.000.000 eran civiles.
Seguía convencido de que tenía todo a mi favor, pero lo peor llegó en un momento inesperado, todos mis encantos se vieron afectados cuando en Junio de 1942 durante la II Guerra Mundial en Rusia, exactamente en la ciudad de Stalingrado, surgió una batalla tremendamente terrible. Los bandos de la batalla era mí Alemania nazi contra la URSS. Batalla en la cual los soviéticos se sublevaron e impidieron la continuación de la conquista rusa por nosotros los nazi. Tanto fue así, que los soviéticos ganaron esta batalla y comenzó, por tanto, la reconquista de la URSS para recuperar los territorios perdidos que habíamos conquistado nosotros a lo largo de todo ese tiempo. Stalin, por tanto, decidió disolver la Komintern, que hasta ese momento no había prestado demasiada atención al fenómeno del fascismo, propició un giro estratégico destinado a aunar esfuerzos con socialistas y otras fuerzas de izquierda para frenar el ascenso del fascismo.
No sólo les persiguió su afán por recuperar de nuevo los territorios perdidos, sino que, decidieron a partir de ahí seguir a más, declarándose en rebeldía hacia mí y por tanto ideando planes para atacar la ciudad de Berlín, donde ahora mismo me encuentro. Sé que de un momento a otro estarán a las puertas de ésta, pero será demasiado tarde el trofeo que tanto anhelan no estará aquí para cuando todo eso suceda.
Es triste ver como todo se desmorona y nada puede sostenerse, que un simple soplo tumba pilares “fuertemente” construidos.
Son ya las 5:35 AM del día 30 de Abril, no he dormido, ni descansado nada si quiera, ya todo me es igual… Miro a mí alrededor y sé que nada vale la pena, quiero terminar cuanto antes de relatar toda mi vida en este diario. Ahora, después de contar mi paso y mi protagonismo dentro de la II Guerra Mundial, quiero dejar constancia también de las atrocidades y aberraciones que cometí junto con mi partido nazi.
Como bien he relatado casi al principio de esta historia, son una persona totalmente antisemita, es decir, después de ver la importancia que se le ha dado y han recibido la raza judía dentro de Europa, mi cabeza no es capaz de asimilar semejante escándalo ofensivo hacia mi persona y hacia la raza aria perfecta. De hecho, cuando llegué al poder, creé unas leyes llamadas las Leyes de Núremberg, leyes de carácter plenamente antisemita, adoptadas por la Alemania nazi por unanimidad el 15 de Septiembre de 1935, durante el séptimo Reichsparteitag (congreso anual del NSDAP) celebrado en la propia ciudad de Núremberg (Alemania).
Cuando establecí mi gobierno, recuerdo con anhelo y alegría el primer uniforme que vestí, un uniforme repleto de medallas, impecable y con una insignia que de por vida marcará y recordará a toda una historia transcendente, una insignia reluciente y muy perfectamente diseñada: “La Esvástica”. Un simple trazado de rayas que trasmiten el rechazo de toda etnia, raza o régimen político ajeno a mi partido.
En fin, muchas han sido las patrañas y vejaciones que se han cometido a lo largo de estos últimos años. Miles y millones de judíos se han enviado de forma obligada a diferentes campos de concentración. Campos de exterminio construidos por nosotros mismos los nazis, como parte del Holocausto, sistema radical de aniquilamiento sistemático de judíos y otros grupos raciales más pequeños, como el ejemplo de los gitanos, población mínima que ocupaba territorios europeos por donde mi Reich se extendía y por tanto, una raza no perfecta ni adecuada para formar parte de mi Estado.
Un campo de exterminio judío, tremendamente famoso y considerado durante estos años ha sido el de Treblinka, donde se han ejecutado parcialmente la mayoría de las ejecuciones. Fueron muchos más los campos que cumplieron con la orden que dictaba la solución final, plan liderado por mí para exterminar a todos los judíos de Europa en su totalidad. El la ciudad de Odessa, se ejecutaron muchísimos fusilamientos de judíos por parte de nazis. Aunque también, el nombre Odessa fue utilizado para designar a una red de colaboración desarrollada por grupos nazis, que ayudan a escapar a miembros de la SS que no quieren verse involucrados en un futuro con las sentencias penales que se dictaran sobre todos, el día que todo esto acabe.
Todo viene desde un pasado lejano, como cuando en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de Noviembre si no recuerdo mal del año 1938, se produjo un programo dirigido contra los ciudadanos judíos en todo el país, paso previo para iniciarse el Holocausto, esa noche la SS arrestó a miles de judíos en el país destrozando miles de negocios, con dueños de tal raza… Una noche tremendamente violenta y muy significativa por la cantidad de cristales que había por las calles del país, es ahí de donde recibe el famoso nombre de la noche de los Cristales Rotos.
Relatar este diario me ha sido verdaderamente difícil, pero sé que merecerá la pena en un futuro… Es hora de que haga referencia de las personas más importantes o tal vez más significativas de todo este desastre.
Me encantaría antes de nada, hablar de mi queridísima esposa… Eva Braun, mujer leal y fiel seguidora de todos mis pasos durante quince largos años, años en los cuales siempre de una forma un tanto indirecta quiso contraer matrimonio conmigo, pero por una cosa u otra jamás lo concebimos. No podría ser de otra que antes de suicidarme no cumpliese con mi palabra y no contrajese matrimonio con ella… Nuestra pequeña boda ha sido hace escasas horas, aquí mismo dentro del búnker. Ambos acabaremos con un destino trágico y mortal, para desgracia de muchos. Recuerdo cuando me prometió que si yo tomaba la dura decisión de suicidarme ella haría lo mismo y así será.
Creo que cabe destacar la presencia de un hombre un tanto peculiar, Himmler, dirigente de la Alemania nazi y comandante en Jefe de la SS y más tarde Ministro del Interior y fugazmente Comandante de los ejércitos del Rin durante el sitio de Berlín. De este gran personaje, destaco un hecho muy peculiar ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Himmler, llevado por una obsesión extrema se propuso encontrar la famosísima reliquia del Santo Grial, de la cual dicen que tiene poderes inimaginables. Himmler tremendamente ingenuo fue capaz de mover cielo, mar y tierra para hacerse con ella, ya que creía que teniéndola bajo su poder la Alemania nazi obtendría los poderes suficientes para ganar la guerra y conquistar el mundo entero. (Risas)
Como no, destacar a mi queridísimo amigo del sur de Europa, el generalísimo Francisco Franco, dictador de España, el cual se mantuvo neutral durante el inicio de la guerra, pero con claras admiraciones hacia mi ideología y partido. Cuando mi fase fue espléndida, Franco optó por convertir a España en un país no beligerante, claro apoyo de mi partido… pero fue hasta hace nada, cuando los grandes pilares de mi poder se empezaron a desmoronar y Franco decidió volver a la neutralidad, acobardado por la situación y cauteloso para que su país no resultase afectado en todo esto.
Y como no resaltar a Thomas Mann, un escritor alemán que, por mí ascenso al poder, tuvo que abandonar Alemania e exiliarse en Suiza hasta 1938, ya que cuando comienza la segunda guerra Mundial, decide irse a EE.UU.
Desde allí, creo un programa de radio (con nombre anónimo) propagando el antifascismo, y escribió muchas obras, en una de ellas trato de analizar las causas del porqué el nazismo, como ideología, tuvo gran poder en Alemania y Europa en general.
Está claro que si semejante individuo llega a estar en Alemania, de él no quedasen ya ni los restos.
Y para acabar, como recuento final y casi como anécdota, me encantaría dejar explícito aquí en la obra de mi vida al completo, el papel que figuró el Papa Pío XII durante toda esta tremenda guerra.
Pío XII, santo cardenal de la Iglesia Católica, fue considerado por muchos como el salvador de los perseguidos, otros le condenaron por cobarde y antisemita. Su reputación es amargamente destruida, lo culpaban por no haber cumplido con sus obligaciones como Papa durante la 2ª Guerra Mundial, ya que no actuó para corregir las atrocidades que en esos momentos se vivían en Europa. Otros dicen que intentó que la guerra no se diese, hizo todo lo que estuvo a su alcance para acabar con ella.
La subida al poder de los nazis, se presentó como un gran dilema para Pío XII, éste odiaba todo lo referido al comunismo y de alguna forma estaba unido a los alemanes, por ser prácticamente toda la población católica, incluidos los miembros de la SS y yo mismo.
Su pacto con la Italia fascista obligaba a la sede a mantener una posición neutral, pero reservando el derecho de imponer presión moral de algún tipo. Pío XII, sufrió nuestra devastación nazi de Polonia, donde la Iglesia Católica fuertemente nacionalista fue atacada, acabando con ella y las personas que la dirigían (curas y monjas). El hecho se Nosotros los nazis consideramos que el poder de un cura sobre la población es muy fuerte, por tanto, un obstáculo para mi ideología en su totalidad. Recuerdo cuando éste Papa reclamaba que no se debía hacer sufrir a los judíos, por el simple echo de no pertenecer a una raza determinada. (Risas) ¿Eso? Que se lo diga a otro…
Creo que es poco el tiempo que me queda, por tanto señalaré los últimos acontecimientos que se han dado y que por tanto aseguran una derrota inmutable y arraigada por parte de Alemania.
Hace escasamente dos meses para ser exactos, justamente en febrero de este mismo año (1945), se produjo un bombardeo tremendamente atroz, en la ciudad de Dresde (Alemania), los Aliados están aquí desde hace poco y protagonizaron frente a los nazis tal ataque que provocó una matanza aproximada de 300.000 personas. No sólo este ataque me coge de sorpresa, sino también saber que los máximos dirigentes de G. Bretaña (Churchill), EE.UU. (Roosevelt) y URSS (Stalin), han acordado hace no más de un mes una reunión entre ellos, denominada: “Reunión de Yalta”. Donde han debatido abiertamente, la repartición de los territorios europeos ocupados por mí política fascista, una vez acabada la guerra, cuando consigan llegar a Berlín y de una vez por todas concretar las pautas de una posguerra.
Todo acaba, todo se pierde, todo se desvanece, todo termina, todo tiene un FINAL.
Ya no lo soporto más, cerraré este diario para siempre, mandaré a llamar a mi esposa, Eva Braun, y nos suicidaremos lo antes posible… Alemania tiembla y yo no puedo dejar que ese temblor pueda conmigo, prefiero pensar que moriré de la forma más honesta y que no sufriré las consecuencias de tanto desastre.
8:02 AM, amanece y el Sol no encuentra hueco entre tanta humareda para iluminar mínimamente la ciudad… Es la hora, olvidaré todo lo ocurrido y con mente fría avanzaré hacia la muerte como si de un reto se tratase, cumpliré con mi parte y desapareceré de aquí… nada, absolutamente nada de mí quedará en este lugar.
Si la guerra está perdida, no me importa que mi pueblo sufra, no derramaré ni una sola lágrima por él, no merece nada MEJOR.
30 de Abril de 1945
Suspiro y susurro un agradable: “Adiós, mi Gran Alemania”.
Me encuentro tomando decisiones que nunca creí que pasasen por mi cabeza. Me detengo con no tanta mente fría para analizar la situación de Alemania, mi gran Alemania. Supongo que las cosas que están pasando determinan un horrible final para mi ideología y todo lo logrado por mí durante años... Agotado y rendido, pensando que la mínima posibilidad es ya nula en mi mente, lo único que pienso con la sinceridad más extrema es con la palabra “suicidio”.
Los soviéticos están atacando diversas poblaciones y ciudades del país y más pronto que tarde, aunque me duela y cueste decirlo, tomarán la ciudad de Berlín. Espero no estar aquí para cuando todo eso suceda. A pesar de todo, no me rindo y mantengo la esperanza de que Alemania gane la Guerra. Sé que el nazismo frente a las democracias liberales y el comunismo podrán sobreponerse y lograr el dominio absoluto de toda nación Europea y si es posible de todo el mundo.
Barajo la posibilidad de que el horrible final que le depara a Alemania, me tocará de lleno a mí... Y es por ello que antes de que todo eso suceda prefiero suicidarme.
Dentro de este diario, guardo los mejores momentos de mi vida, esas tantas situaciones donde la palabra GLORIA y ESPLENDOR me acompañaban de lleno. Qué lástima tener que abrirlo hoy para contar lo peor de lo peor, tener que relatar presagios tremendamente terribles.
Sé que son muchos los que estarían dispuestos sin ningún tipo de escrúpulos dar su vida por mí, en cambio, seré yo quien decida acabar con la mía lo antes posible. Antes de ver que Alemania se va a pique y yo ya no tenga todos los "hilos" suficientes, ni la fuerza necesaria para luchar por ella.
Hoy y a lo largo de estos últimos días, quiero dejar constancia del comienzo de todo lo que ahora está trayendo tales consecuencias y sus porqués.
Año 1889, tal día como hoy hace 56 años, vine al mundo en Austria. Desde ese momento, quedó predicha la importancia que lograría tener yo a lo largo de toda mi vida... Fui como todos, un niño normal, un poco hiperactivo y rebelde, pero muy leal y perseguidor de toda cosa que quisiese.
Transcurridos los años, cuando tenía unos 25 años por ahí, en el año 1913 decidí formar parte del ejército alemán, me alisté a él con el claro propósito de sublevarme y conseguir ser algo más, se olía de forma persistente la idea de que una guerra podría estallar lo antes posible. Y así fue, la Gran Guerra estalló en 1914, cuando apenas llevaba yo cuatros meses en mi rango (soldado raso). Fue atroz todo lo que me tocó vivir, he de confesar que tenía ese afán de imponer mis ideas sobre los superiores, recibiendo por ello castigos penitenciarios en el cuartel. Ese ideal de sublevación por conseguir lo que fuese por mí Alemania, me llevó a cometer todo tipo de tácticas, luché como nadie, aunque mi listón no quedó reconocido del todo, el mayor reconocimiento que obtuve fue el de ascender a cabo.
Saber que cuando la guerra terminó el poder se lo llevaban los otros, creó dentro de mí una impotencia unida a un odio feroz de ver como las oportunidades se iban de las manos y nadie hacía nada por retenerlas.
El odio fue a mayor cuando en 1919, se elaboró un tratado de paz, llamado tratado de Versalles, donde los países Aliados y Alemania concretaron, después de la Gran Guerra, que Alemania cargaría con la responsabilidad de todas las consecuencias que la guerra había generado en Europa. Se ocuparían de reformar todo lo destruido en su momento.
Dicho tratado fue roto, desde que llegué al poder fue una de las primeras cosas que hice… Recuerdo ese maravilloso día, cuando el 30 de enero de 1933, me proclamaron canciller alemán. Confieso que no fue de la manera más adecuada, pero la fuerza y la presión sobre los demás fueron mis armas más dotadas así que no prescindí de ellas cuando me hicieron falta.
Hoy querido diario, te confieso todo los antecedentes de mi vida… Llegar al poder fue una de las cosas más maravillosas que me han pasado, conseguir todo lo maquinado por mi cabeza ha sido un reto placentero y me siento orgulloso. Aunque no fueron alegrías todas las cosas que pasaron ante mí, recuerdo que en el año 1923, organicé y elaboré un golpe de Estado, ese tan famoso pustch de Munich, entre los días 8 y 9 de noviembre de dicho año. Lo provoqué gracias a la ayuda de mi partido minoritario hasta entonces, el PNSA (Partido Nacional Socialista Alemán). Dicho intento de lograr el poder por todos los medios y resultar fallido, provocó que uno de mis máximos dirigentes (Rudolf Hess) y yo fuésemos procesados y condenados a 5 años de prisión, de los cuales sólo cumplí un año.
Año en el cual me resultó de provecho, ya que tuve la oportunidad de escribir durante esas largas tardes y sesiones de soledad que me acompañan siempre, una obra propia, relatando mi biografía junto con mis ideas fascistas y racistas propias del nacionalismo. A este libro le otorgué el nombre de “Mein Kampf” (Mi Lucha).
Bueno y ya que nombro el poder que he sobrepuesto por toda Europa a lo largo de todos estos años, me gustaría dejar constancia de muchos de los ataques que produje motivado por las ansias de que una sola raza fuese impuesta en toda Europa y en el mundo si me hubiera sido posible.
Hablo de esta raza, como la raza aria perfecta, esa que con tan sólo escucharla define claramente la superioridad del hombre blanco europeo por encima de cualquier otra raza o etnia. Una raza perfecta, una raza que no arrastra consecuencias de ningún tipo de acto que haga, es la única con derechos para hacer del mundo lo habido y por haber.
Bueno, ahora sin andarme por las ramas relataré uno a uno los conflictos, ataques y consecuencias de cada una de las cosas significativas que marcaron mi vida, Europa y a todo el mundo.
En el año 1918, justo cuando la Gran Guerra había manchado nuestro honorable nombre, se crea un partido político (comunistas alemanes) formado por el ala bolchevique del partido socialdemócrata, que se oponían a la gran guerra, argumentando que se trataba de una guerra imperialista. Durante mi dictadura nazi, fueron suprimidos y sus dirigentes enviados posteriormente a campos de concentración, está clarísimo persona que no siguiese mi ideología no era un auténtico alemán.
¡Uff! Las horas pasan y pasan y aquí sigo… concentrado relatando con perfecta ubicación y concordancia toda mi vida, aún así sabiendo que son pocas las horas que me quedan de vida… aun así, merece la pena seguir escribiendo.
Ahora que recuerdo querido diario, quiero destacar a los Juegos olímpicos de Berlín, celebrados un año antes de mi nombramiento como canciller. La etapa de estos juegos trajo oportunidades magníficas para hacer propaganda de mi ideología fascista totalitaria, gracias a la ayuda de mi fiel amigo Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania nazi, una figura clave dentro de mi régimen. Con la distribución masiva de publicidad sobre mi partido, obtuve a muchos más seguidores y eso me llenó de honra y plenitud.
Por otro lado, durante la celebración de tales juegos, se celebró una competición de relevo entre participantes de diversos países, entre ellos EE.UU., donde dicho jugador era negro… aún lo recuerdo y la palabra “asco” recorre de pies a cabeza todo mi cuerpo. Y el colmo de los colmos, fue que resultó ganador de esa prueba y yo como invitado central por parte de la sede, me otorgaron el honor de entregar las medallas a los finalistas… Yo, indignado al ver semejante ridículo abandoné sin más el palco. Que pena que ya no tendré oportunidad de acabar con esa raza, al igual que con el exterminio judío. Hubiese sido todo un placer.
Son tantas las fases significativas de mi vida que creo que involucrarlas dentro de este diario no será suficiente, pero de la forma más correcta hablaré de ellas con orgullo o pesimismo.
Son las 20:45 PM, como pasan las horas y ni me entero… estoy aquí, dentro de mi despacho, escuchando sin cesar los continuos bombardeos que estallan en el exterior, es increíble que ni siquiera el aislamiento que produce un búnker, evite los sonidos estrepitosos de fuera. No sólo escucho a los torpedos y bombas caer, también si presto atención oigo a mi perra Bloni jadear de forma constante, como si estuviese alterada. Una de las más fieles dentro de mi Reich, siempre alentadora y eficaz, sin desobedecer ninguna de mis órdenes… siento una pena y lástima terrible de pensar que mañana antes de efectuar mi suicidio, experimentaré con ella los efectos que causa la cápsula de cianuro que he decidido tomar para no alargar mi agonía un segundo más. ¡Estaré orgulloso de ella de por vida!
Quiero detenerme ahora para relatar de forma extensa la importancia de esta gran guerra ideológica, sus causas, los hechos más contundentes y las consecuencias que acarrearán los ciudadanos y potencias del mundo, cuando toda esta guerra llegue a su fin.
(Creo preciso comenzar de forma ordenada el paso de toda esta Segunda Guerra Mundial.)
Como bien he explicado anteriormente esta guerra es una guerra absolutamente ideológica, todo ha sido un ir y venir de batallas y entrechoques de las ideologías más arraigadas de toda Europa. Por un lado, las democracias liberales, llevadas a cabo por los países de Francia, Gran Bretaña y de forma alejada EE.UU. La otra ideología dominante es la del comunismo, que se da en la Unión Soviética (Rusia). Ya por último, y como la más importante el fascismo, llevada a cabo por Alemania, Italia y de una forma no tan propiamente, Japón.
Creo preciso, comenzar de forma ordenada a partir del tratado de Versalles todo mi paso por esta guerra ideológica.
En el año 1919, participé por primera vez en una reunión del Partido Obrero Alemán. En Abril de 1920 me retiré por completo del ejército y me dediqué de pleno a la labor de propaganda dentro del partido, que en ese mismo mes, le fue cambiado el nombre a Partido Obrero Nacionalsocialista o Partido Nazi. Conseguí el apoyo del Ejército y en especial de un ex oficial de la Wermarch y jefe de Hitler, debido a que el militar había desempeñado un cargo político dentro de la institución armada.
Como buen observador de los Socialdemócratas tomé la idea de partido y los métodos de propaganda de masas que ellos empleaban. De los Nacionalistas alemanes adopté el nacionalismo extremo, el antisemitismo y el antisocialismo. De los socialcristianos la idea de la compensación profunda y el bienestar del pueblo. Estas teorías me ayudaron y fueron grandes pilares para formar y crear la ideología perfecta de una misma nación.
El Partido Nacionalsocialista se basaba en la premisa de que los agitadores de izquierda y por lo general de origen judío, habían alejado a las masas alemanas de su sentido natural de patriotismo y para contrarrestar ese hecho era necesario conquistar a los trabajadores actuando principalmente sobre sus sentimientos y no sobre sus ideas. Para esas fechas, los efectos del Tratado de Versalles, se hacían sentir en el pueblo alemán, efecto que abonaba el terreno para el engrandecimiento de los partidos políticos.
A partir de todo eso se creó la “Sturmabteilungen” o SA: militares entrenados para disolver y resolver las manifestaciones de los partidos contrarios del nazismo y proteger las reuniones de sus militantes.
Llegó el año 1923, y sintiéndome con la fuerza y autoridad necesaria dentro del partido, intenté tomar la ciudad de Munich, contando con el visto bueno de un general del ejército, lo que podía garantizar, no un apoyo total, pero al menos la complacencia del ejército.
Conseguí reunir a muchísimos miembros de la SA, pero el golpe fracasó. Fue disuelto por la policía y fui condenado a cinco años de cárcel, junto con uno de mis dirigentes, Rudolf Hess, muy conocido dentro del partido nazi por ser, durante años, el segundo dirigente del partido y del estado nazi, aunque también ocupó varios cargos ministeriales. Nuestra condena en prisión no fue cumplida por completo, al año salí de prisión, bajo la libertad condicional.
Durante los años posteriores, Alemania empezó a salir de la depresión, la clase obrera se repuso, pero la pequeña burguesía fue severamente afectada por la crisis económica. A mi salida de la cárcel, tenía asimilado por completo el gran error que había cometido en el 23, por tanto aprendí de él y cambié la orientación del partido. Dedicándome a cortejar a esta clase social que pertenecían al partido.
Llegué a la conclusión de que el ejército sería fiel a quien estuviese en el poder y concentré entonces todos mis esfuerzos para tomar el gobierno por métodos legales.
Para lograr dichos propósitos debía de engrandecer el partido nazista. El cual engrandeció considerablemente respecto al año 1923. Durante las elecciones del año 1928, obtuve 800.000 votos, con los cuales conseguí muchos escaños considerables en el Parlamento, fui uno de los diputados con más seguimiento en esa época.
Hacia el año 1929 el Partido Nacionalsocialista contaba con casi unos 200.000 miembros aproximadamente, año en que se inició la gran crisis económica, que terminó por completar la ruina de la economía alemana.
Durante la primavera del año siguiente (1930), dimitió el canciller Socialdemócrata que gobernaba en Alemania, siendo elegido minoritariamente un siguiente canciller (Brunning). Sin embargo, no obtuvo aprobación del parlamento el cual solicitó al presidente Hindenburg la convocatoria de nuevas elecciones.
Transcurridos dos años en 1932, el presidente Hindenburg de la República de Weimar, que por cierto su nombre siempre será conocidísimo ya que fue utilizado para designar el nombre a un dirigible “zeppelin”. Dirigible que sufrió un accidente que supuso el fin del uso de éste como medio de transporte.
Retomando, éste señor, (Hindenburg) convocó de nuevo elecciones presidenciales, donde obtuve un tanto por ciento considerable de los votos, mientras que Hindenburg me superó con una marca más elevada de votos.
Ya que hago referencia a la República de Weimar, quiero dejar constancia de que fue en esa ciudad donde fue impuesta la democracia que existía hasta el momento de yo llegar al poder. Fue un término muy hablado y extendido durante los años de 1919 hasta 1933.
En verano de ese mismo año fue disuelto nuevamente el Parlamento y convocadas nuevas elecciones, donde aproveché para poner en marcha las masas absolutas del Partido Nacionalsocialista y obtuve gracias a ello millones de votos que me aseguraron de pleno, la mayoría en el Reichstag con un número de escaños muy elevados. Sin embargo, no obtuve el poder absoluto como Canciller.
Con la mayoría en el Parlamento, los nacionalsocialistas disolvieron al canciller que estaba antes de mí y jefe de estado: Hindenburg se vio obligado a convocar a nuevas elecciones en el mes de Noviembre, en las que el Partido Nacionalsocialista perdió escaños, pero como seguía teniendo mayoría, se me ofreció la vicecancillería, cargo que por supuesto no acepté, no estaba dispuesto a ser la miga del pan. A partir de la negación por parte mía, se manifestaron muchas querellas políticas y grandes disturbios callejeros, a Hindenburg no le quedó otro remedio que aceptar y rendirse, ofreciéndome finalmente tras un largo proceso de opresión el cargo como Canciller. Como tal fui elegido el 30 de enero de 1933. Creando así el III Reich, nombre que hace referencia a mi imperio nazi en su totalidad.
Después de mi nombramiento como canciller, ese mismo año se produjo un incendio en el Parlamento que acabó con el edificio y su interior por completo. La culpa de tal catástrofe fue de pleno para los socialistas, además yo mismo me encargué de que así fuese, no podía dejar pasar tal oportunidad, una oportunidad magnífica que me brindaba el destino… con la cual, podía ganar más seguidores a mi favor. Todos sin ningún tipo de objeciones aceptaron tal culpa, aunque no obstante años después se descubrió que la culpa fue mía plenamente. Pero para entonces ya me daba igual, tenía en mis manos el control de toda Alemania y de gran parte de Europa, nada ni nadie daría un paso al frente para retarme y mucho menos para cargarme con culpas. Gracias a tal incendio, mediante un decreto presidencial, el Partido Comunista fue declarado fuera de la ley. Poco después se fueron disolviendo los otros partidos y en ese mismo año, Alemania quedaba convertida en un país autoritario, se creaba así el Eje alemán, Alemania era controlada por una única política, el fascismo. Seguidamente fueron eliminadas organizaciones sindicales también.
Me gustaría hacer referencia a “La noche de los cuchillos largos”, una operación muy destacada y significativa (conocida también como Operación Colibrí). Fue una purga que tuvo lugar en Alemania entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934 (año después de ascender al poder). Ocurre cuando el régimen nazi llevó a cabo una serie de ejecuciones políticas. Decidí que era conveniente el ataque al máximo dirigente de la SA, sí así es, parece algo fuera de lo común atacar a uno de los míos pero la SS se impuso frente a la SA. Ya que no podía aceptar la idea de que otros de mi mismo partido me pudiesen traicionar.
Y si de traiciones hablamos, señalo el nombre de Stauffenberg, militar alemán, coronel del Estado Mayor de la Wehrmacht y jefe del ejército de reserva de Berlín. Su nombre pasará a la historia al igual que yo, ya que éste individuo elaboró un atentado frustrado contra mí. Llamado: “Operación Valkiria”. Su intento fue fallido y mucho más en vano. Según lo que argumentó en su momento, no le parecía justo como mi régimen nazista, mataba a millones de judíos. Sinceramente oídos sordos fue lo que hice cuando esbozó su defensa, no dejaré de repetir hasta la saciedad que uno es alemán si sólo ve por sí mismo y no por los demás… Stauffenberg, decidió ir en contra de mí y las cosas no le salieron color de rosa.
Retomemos los asuntos relevantes que ocurrieron durante los años de 1935 y 1939.
A principios de 1935, confieso que a pesar de llevar dos años en el gobierno me encontraba con un poder ilimitado, poder que empecé a obtener a partir de la muerte de Hindenburg. Donde fui elegido Presidente de Alemania, además de Canciller. En ese mismo año de 1935 sin más denuncié el Tratado de Versalles, restableciendo el servicio militar obligatorio y a su vez elaboré la creación de la fuerza aérea alemana de la Luftwaffe.
Ya en el año 1937, fue firmado un protocolo, elaborado en una reunión donde participamos, mi ayudante el Ministro de Guerra Mariscal de Campo von Blomberg, el General Fritch Comandante General del Ejército, el Almirante Raeder Comandante General de la Marina, Goering Comandante General de la Aviación, y von Neurath Ministro de Asuntos Exteriores y como no, yo mismo, presidente y canciller de la maravillosa Alemania. En dicha la reunión se puso de manifiesto mi clara intención de enmendar a toda costa los errores producidos por el Tratado de Versalles. Para ello, tenía claras intenciones de incorporar a Austria dentro de Alemania, recuperar los territorios de Bohemia y Moravia escindiéndolos de Checoslovaquia, disolver a dicho país e independizar Eslovaquia.
Durante esta misma década de los años treinta, se produjo una anexión por parte de Alemania en la región de los Sudetes, nombre general que designa una región limítrofe de la República Checa, al norte de Bohemia, que comprende la frontera occidental y parte de la frontera septentrional y meridional, y que incluye aquellos distritos situados alrededor de la cordillera de los Sudetes, al norte, los montes Metálicos, al noroeste, y la selva de Bohemia. El enfrentamiento entre los dos grupos étnicos aumentó en la década de 1930, cuando la población alemana decidió escindirse de Checoslovaquia e incorporarse a la Alemania de Adolf Hitler, provocando una crisis internacional en 1938 que concluyó con la cesión de los Sudetes a Alemania, para solucionar la crisis que el territorio de los Sudetes vivía, gracias al Pacto de Munich.
Dicho pacto fue elaborado en septiembre de 1938. La reunión se llevó a cabo en la propia ciudad de Munich, en donde los Aliados aceptaron la anexión de los Sudetes, Bohemia y Moravia a Alemania a cambio de la paz. Adoptando por tanto una postura de apaciguamiento por parte de los Aliados, los cuales tenían miedo por el desenfreno que llevaba yo mismo sobre Europa en esos tiempos, ese miedo se sentía con más agudeza ya que todos sabíamos que esto desencadenaría una nueva guerra Mundial.
Retomando el tema, durante el proceso de estas maniobras encontré muchas dificultades, como cuando decidí conquistar Polonia, consiguiendo su derrota muy rápidamente, en Septiembre de 1939. Después de tal hazaña me encontré con el rechazo por parte de los soviéticos, los cuales no estaban de acuerdo en que yo estableciese a más el fascismo nacionalista.
Para calmar la situación no me quedó de otra que ceder y firmar un tratado secreto con los soviéticos, donde dejaba explícita la repartición de Polonia entre ambos. Fue entonces cuando mi preocupación fue a menos, ya que sostenía de brazos cruzados a los soviéticos mientras, que mi dictadura nazi y yo emprendíamos nuevas estrategias de conquistas territoriales. La segunda Guerra Mundial acababa de empezar.
Tanta fue mi confianza y tanto era el poder que tenía en esos años que mis ansias fueron cada vez a más, ansias que los Aliados no pudieron parar ni tenían otra opción, sino la de aceptar la anexión ya establecida de los Sudetes, más la de Bohemia, Moravia, Dinamarca y Noruega. Conquistadas y anexionadas a Alemania, todo esto a cambio de una “paz”.
Me inclino ahora a escribirte sobre Anschulss, término que designa la incorporación de Austria en Alemania, se produjo durante la década de 1930 también, cuando mi dictadura ya estaba consolidada y mi único objetivo era el de anexar el máximo de territorios convirtiéndolos directamente en propiedad alemana. Pues como te comento, Anschulss, fue una de mis tantas anexiones ya que el número de alemanes que vivían ahí era elevado, siempre he dicho que donde haya un alemán allí está Alemania. Francia y Gran Bretaña permitieron que me anexionase para calmar un poco mis ansias, se equivocaron conmigo, ya que mi búsqueda desenfrenada por conseguir todo lo que me propusiese me llevó a más.
He de confesar que fueron muchos mis atrevimientos, unos atrevimientos certeros según mi mente, que me guiaban con el único deseo de establecer un único Reich para todos y dominar de forma completa el continente europeo.
Hacia el año1939, yo mismo reunía en mis propias manos unos poderes que ningún estadista alemán había obtenido nunca en su historia. Mi meta clara y sin objeciones era la de crear el Reich Alemán que duraría por lo menos mil años.
Tanto fue así, que estaba demasiado confiado con la política de apaciguamiento que habían tomado los países de Gran Bretaña y Francia. Fue entonces cuando armado de valor y de mucha fuerza decidí derrotar a Francia y a Gran Bretaña, sabía que consiguiendo la derrota de éstos mi victoria estaría asegurada, sería el amo y dueño de Europa.
Comencé por tanto con la conquista de Francia, en el año 1940. Dicha conquista e invasión de París, se produce cuando mí partido nazista invade a Francia por completo, con la intención de imponer sobre ella su fascismo y conseguir que formase parte de Alemania.
Cuando se produce tal ataque, los nazis conseguimos arrebatar diversos territorios a Francia, produciéndose así una división de ésta. Por un lado, la Francia de Vichy al norte del país, ocupada por los nazis y dirigida a su vez por el mariscal Pétain, héroe francés en la batalla de Verdún durante la primera guerra mundial, dicho dirigente accedió a la jefatura del gobierno el 16 de junio de 1940, en pleno colapso del ejército francés tras el ataque alemán. Ésta parte del país simpatizaba con los nazis y todo lo relacionado con el poder del fascismo que se daba en esos momentos sobre Europa, casi de forma total.
La otra parte dividida del país fue renombrada: “Francia de Gaulle” es decir, la Francia Liberal, donde los pocos franceses que quedaban se oponían a que Alemania siguiese arrebatando los pocos territorios que quedaban disponibles dentro de Francia.
El dirigente al cargo de la Francia del sur, llamado Gaulle ejerció durante los periodos de entreguerras diversos cargos militares, en particular el de secretario del Consejo de Defensa Nacional (1937–1940), bajo el mando del mariscal Pétain. Ante la rendición de su país frente a los invasores alemanes durante la II Guerra Mundial, fundó en su exilio en Londres el movimiento «Francia Libre» en contra del gobierno de Vichy y prosiguió la lucha desde las colonias y apoyando la resistencia interior.
La liberación del país se produce cuando por parte de los Aliados, ganan una ventaja estrepitosa con el desembarco de Normandía. Dicha estrategia, denominada en clave: “Operación Overlord”, fue la invasión marítima que se produjo en Europa el año pasado (1944), llevada a cabo en el noroeste de Francia. Ocupada hasta entonces por la Alemania nazi. El desembarco fue ejecutado por las fuerzas aliadas el la segunda guerra mundial, dirigida por Roosevelt y Churchill, dirigentes militares de EE.UU. y Gran Bretaña, el esfuerzo de éstos se concentró en desembarcar en Europa un ejército, que después de liberar a Francia, siguiese de continuo hasta llegar al mismísimo corazón del III Reich (Berlín).
Después de la conquista de Francia, finalizada casi en el año 1941… a dicho año, puedo considerarlo como un año de etapas y de fases diferenciadas. En primer lugar, destaco la entrada de Estados Unidos a formar parte de la Guerra de la mano de los Aliados; entran en dicho bando ya que siempre EE.UU. se mantuvo neutral, pero sentía una cierta simpatía hacia ellos ya que esta potencia americana, se rige bajo una democracia liberal.
Su entrada dentro de la Segunda Guerra Mundial, se efectúa cuando Japón, dirigido por el emperador Hirohito; el 7 de septiembre de 1941, realizó un ataque sorpresa a EE.UU. en un complejo portuario y base militar, llamado Pearl Harbour, ubicado en la isla de Oahu, perteneciente en el archipiélago Hawaiano. Japón efectuó el ataque ya que EE.UU. pasaba por esos momentos un bloqueo económico muy importante.
La verdad es que preferiría que ese ataque no se hubiese efectuado jamás, Japón se dejó llevar, confiado en que EE.UU. con dicho ataque se mantendría al margen de todo, pero no, todo lo contrario.
A mi favor como gran potencia tenía a Japón, pero nada que ver con la fuerza que había obtenido el bando Aliado. Italia también estaba unida a mí, pero por favor, que Dios me libre de volver a nacer y cometer el error de unir en mi Eje a tal país, vale que Mussolini compartiera mi misma ideología, pero no hacía sino meterse en líos. Intentó conseguir colonias en territorios de Grecia y de otros pocos países, pero confieso que eran muy torpes y lanzados. Siempre me tocaba a mí y a mi ejército nazi, irlos a rescatar de cualquier meollo en el cual quedasen involucrados.
Sin ir más lejos: Italia, cuando en el año 1941, tuve que organizar y enviar a la Afrika Korps (fuerza militar alemana) al norte de África como respaldo de las tropas italianas que estaban siendo derrotadas por los ingleses durante ese periodo. Rommel, dirigente de tan flamante fuerza es un ejemplo a seguir por su empeño, valentía y perseverancia ante todas las situaciones que en esos difíciles momentos se vivían.
Italia, también sufrió en el año 1943 la invasión de los Aliados por el Sur, desembarcando en el país y arrebatando territorios donde se regía el fascismo como poder absoluto. Mi amigo íntimo, Mussolini, no tuvo escapatoria y me suplicó ayuda cuando vio que la soga la tenía al cuello. Fue entonces cuando organicé a mis tropas nazis de la Wehrmacht enviándolas al norte de Italia, para que se uniesen como apoyo y barrera en un Estado provisional: “La República Social Italiana o República de Saló”. Un Estado creado por Mussolini, un organismo estatal dominado por los alemanes desde septiembre de 1943 hasta abril de 1945. Estado considerado como “guarida” ante los ataques incesantes que producían los Aliados, en su avance por Italia.
¡Con tanta habladuría sobre Italia, me he dispersado! Retomo querido diario:
Ahora me detengo, retomando de nuevo las fases significativas que se produjeron a lo largo de 1940. Un año fatídico, como ya te he dicho, pero que jamás dentro de mis remordimientos desaparecerá el que siento desde que en Octubre de ese mismo año se diese por concluida la batalla que realicé en la ciudad de Inglaterra; te comento:
Todo comenzó en verano del cuarenta, cuando mi nombre sonaba por todo lo alto, yo era el amo y señor de todo y todos (me repito lo sé, pero significó mucho para mí llegar a ser lo que fui). Ese verano, la Batalla de Inglaterra no fue una única batalla sino toda una serie de operaciones libradas en cielo británico en donde durante cerca de cuatro meses (julio-octubre) Alemania buscó destruir a la Royal Air Force (RAF) para obtener la superioridad aérea necesaria para una invasión de las islas. Estaba convencido de que la fuerza aérea alemana superaría con creces a la británica pero no fue así…
Me cegué, lo confieso, llegando a pensar que conseguiría el domino de Gran Bretaña al igual que como hice con Francia, pero para mi sorpresa no fue así… Estaba seguro de que derrotando a tan majestuosa potencia como la británica, conseguiría de una vez por todas y sin ningún tipo de objeciones dominar ampliamente territorio tras territorio de toda Europa, era invencible y todo se desmoronó ante mis pies en cuestión de segundos.
Mi flamante Luftwaffe, dirigida por Goering (miembro destacado del partido nazi, lugarteniente de mi partido y comandante supremo de las fuerzas aéreas alemanas), parecía muy superior a la RAF. Poniendo en marcha así, un plan de ataque a Gran Bretaña que preveía, en primer lugar, aplastar a la aviación inglesa y, seguidamente, atacar los puertos y el sistema de comunicaciones durante dos semanas, al cabo de las cuales se evaluarían los daños para decidir el futuro de León Marino.
La Luftwaffe preparó tres flotas aéreas. La II Luftflotten, con cuartel general en Bruselas y la III Luftflotten con cuartel general en París, sumaba unos 2.000 aviones y actuaban independientemente una de la otra. También recurrí a la utilización del cohete V2, primer misil balístico del mundo usado por nosotros los alemanes, muchos de estos misiles fueron disparados desde las costas francesas hacia Londres con el fin de provocar la mayor devastación posible.
Todo fue en vano, los británicos soportaron a sol y a sombra con una fuerza indomable nuestros continuos ataques. No contábamos con la idea de que ellos, hacían uso del radar; adelanto tecnológico del cual nosotros, los alemanes, no contábamos. Gracias a ese sistema estratégico, ellos podían con mayor certeza persuadir y vigilar puntos donde los aviones de la Luftwaffe volaban.
En ese año, el ministro que dirigía Gran Bretaña era Churchill: nombrado Primer Ministro de Inglaterra en mayo de 1940, después de la dimisión de Chamberlain (colaborador de la política de apaciguamiento que antes esbocé). En definitivas, todo un ejemplo como ministro, no se rindió ante nada y hoy guardo cierta envidia hacia él… Recuerdo que después de la batalla de Inglaterra, siempre decía con aires de protagonismo que: “nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”. Cierto, la RAF se quedaba corta ante nosotros, eran pocos los pilotos, frente a mis fuerzas aéreas, pero esos ataques no debilitaron a aquellos grandes hombres. (Qué repugna siento, teniendo que bajar la cabeza a algún modo y reconocer las cosas).
Después de estos grandes acontecimientos, he decidido guardarme el peor de todos para el final… prefiero tranquilizarme y ordenar un poco mi mente, para relatar paso a paso mi gran y estruendoso ERROR, traicionar a la Unión Soviética y por tanto atacarla.
Año 1941, todo se imponía ante mis pies, me creía capacitado, veía que las cosas se elevaban como la espuma a mi favor… viendo que todos se rendían, ideé un plan de ataque y de traición hacia la URSS, una traición que me costó los esfuerzos fructíferos de muchísimos años atrás. Con Stalin, dirigente comunista de la Unión Soviética, pacté un tratado de repartición de Polonia, en aquellos años cuando se interpuso en mis planes y creí conveniente que no entrase en guerra contra mí. Comencé a movilizar a mis tropas, enviándolas a diversos estados de Rusia para que se fuesen apoderando sin pudor de todo territorio que encontrasen a su paso. Tanto fue así, que mis fronteras se ampliaron llegando casi hasta San Petersburgo y lugares como Leningrado, ciudad sitiada por las fuerzas armadas alemanas desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944. Por orden exclusiva de mí partido, la ciudad era constantemente bombardeada y sistemáticamente privada de sus suministros.
Aproximadamente murieron más de 1.500.000 de personas, de las cuales eran cerca de 1.000.000 eran civiles.
Seguía convencido de que tenía todo a mi favor, pero lo peor llegó en un momento inesperado, todos mis encantos se vieron afectados cuando en Junio de 1942 durante la II Guerra Mundial en Rusia, exactamente en la ciudad de Stalingrado, surgió una batalla tremendamente terrible. Los bandos de la batalla era mí Alemania nazi contra la URSS. Batalla en la cual los soviéticos se sublevaron e impidieron la continuación de la conquista rusa por nosotros los nazi. Tanto fue así, que los soviéticos ganaron esta batalla y comenzó, por tanto, la reconquista de la URSS para recuperar los territorios perdidos que habíamos conquistado nosotros a lo largo de todo ese tiempo. Stalin, por tanto, decidió disolver la Komintern, que hasta ese momento no había prestado demasiada atención al fenómeno del fascismo, propició un giro estratégico destinado a aunar esfuerzos con socialistas y otras fuerzas de izquierda para frenar el ascenso del fascismo.
No sólo les persiguió su afán por recuperar de nuevo los territorios perdidos, sino que, decidieron a partir de ahí seguir a más, declarándose en rebeldía hacia mí y por tanto ideando planes para atacar la ciudad de Berlín, donde ahora mismo me encuentro. Sé que de un momento a otro estarán a las puertas de ésta, pero será demasiado tarde el trofeo que tanto anhelan no estará aquí para cuando todo eso suceda.
Es triste ver como todo se desmorona y nada puede sostenerse, que un simple soplo tumba pilares “fuertemente” construidos.
Son ya las 5:35 AM del día 30 de Abril, no he dormido, ni descansado nada si quiera, ya todo me es igual… Miro a mí alrededor y sé que nada vale la pena, quiero terminar cuanto antes de relatar toda mi vida en este diario. Ahora, después de contar mi paso y mi protagonismo dentro de la II Guerra Mundial, quiero dejar constancia también de las atrocidades y aberraciones que cometí junto con mi partido nazi.
Como bien he relatado casi al principio de esta historia, son una persona totalmente antisemita, es decir, después de ver la importancia que se le ha dado y han recibido la raza judía dentro de Europa, mi cabeza no es capaz de asimilar semejante escándalo ofensivo hacia mi persona y hacia la raza aria perfecta. De hecho, cuando llegué al poder, creé unas leyes llamadas las Leyes de Núremberg, leyes de carácter plenamente antisemita, adoptadas por la Alemania nazi por unanimidad el 15 de Septiembre de 1935, durante el séptimo Reichsparteitag (congreso anual del NSDAP) celebrado en la propia ciudad de Núremberg (Alemania).
Cuando establecí mi gobierno, recuerdo con anhelo y alegría el primer uniforme que vestí, un uniforme repleto de medallas, impecable y con una insignia que de por vida marcará y recordará a toda una historia transcendente, una insignia reluciente y muy perfectamente diseñada: “La Esvástica”. Un simple trazado de rayas que trasmiten el rechazo de toda etnia, raza o régimen político ajeno a mi partido.
En fin, muchas han sido las patrañas y vejaciones que se han cometido a lo largo de estos últimos años. Miles y millones de judíos se han enviado de forma obligada a diferentes campos de concentración. Campos de exterminio construidos por nosotros mismos los nazis, como parte del Holocausto, sistema radical de aniquilamiento sistemático de judíos y otros grupos raciales más pequeños, como el ejemplo de los gitanos, población mínima que ocupaba territorios europeos por donde mi Reich se extendía y por tanto, una raza no perfecta ni adecuada para formar parte de mi Estado.
Un campo de exterminio judío, tremendamente famoso y considerado durante estos años ha sido el de Treblinka, donde se han ejecutado parcialmente la mayoría de las ejecuciones. Fueron muchos más los campos que cumplieron con la orden que dictaba la solución final, plan liderado por mí para exterminar a todos los judíos de Europa en su totalidad. El la ciudad de Odessa, se ejecutaron muchísimos fusilamientos de judíos por parte de nazis. Aunque también, el nombre Odessa fue utilizado para designar a una red de colaboración desarrollada por grupos nazis, que ayudan a escapar a miembros de la SS que no quieren verse involucrados en un futuro con las sentencias penales que se dictaran sobre todos, el día que todo esto acabe.
Todo viene desde un pasado lejano, como cuando en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de Noviembre si no recuerdo mal del año 1938, se produjo un programo dirigido contra los ciudadanos judíos en todo el país, paso previo para iniciarse el Holocausto, esa noche la SS arrestó a miles de judíos en el país destrozando miles de negocios, con dueños de tal raza… Una noche tremendamente violenta y muy significativa por la cantidad de cristales que había por las calles del país, es ahí de donde recibe el famoso nombre de la noche de los Cristales Rotos.
Relatar este diario me ha sido verdaderamente difícil, pero sé que merecerá la pena en un futuro… Es hora de que haga referencia de las personas más importantes o tal vez más significativas de todo este desastre.
Me encantaría antes de nada, hablar de mi queridísima esposa… Eva Braun, mujer leal y fiel seguidora de todos mis pasos durante quince largos años, años en los cuales siempre de una forma un tanto indirecta quiso contraer matrimonio conmigo, pero por una cosa u otra jamás lo concebimos. No podría ser de otra que antes de suicidarme no cumpliese con mi palabra y no contrajese matrimonio con ella… Nuestra pequeña boda ha sido hace escasas horas, aquí mismo dentro del búnker. Ambos acabaremos con un destino trágico y mortal, para desgracia de muchos. Recuerdo cuando me prometió que si yo tomaba la dura decisión de suicidarme ella haría lo mismo y así será.
Creo que cabe destacar la presencia de un hombre un tanto peculiar, Himmler, dirigente de la Alemania nazi y comandante en Jefe de la SS y más tarde Ministro del Interior y fugazmente Comandante de los ejércitos del Rin durante el sitio de Berlín. De este gran personaje, destaco un hecho muy peculiar ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Himmler, llevado por una obsesión extrema se propuso encontrar la famosísima reliquia del Santo Grial, de la cual dicen que tiene poderes inimaginables. Himmler tremendamente ingenuo fue capaz de mover cielo, mar y tierra para hacerse con ella, ya que creía que teniéndola bajo su poder la Alemania nazi obtendría los poderes suficientes para ganar la guerra y conquistar el mundo entero. (Risas)
Como no, destacar a mi queridísimo amigo del sur de Europa, el generalísimo Francisco Franco, dictador de España, el cual se mantuvo neutral durante el inicio de la guerra, pero con claras admiraciones hacia mi ideología y partido. Cuando mi fase fue espléndida, Franco optó por convertir a España en un país no beligerante, claro apoyo de mi partido… pero fue hasta hace nada, cuando los grandes pilares de mi poder se empezaron a desmoronar y Franco decidió volver a la neutralidad, acobardado por la situación y cauteloso para que su país no resultase afectado en todo esto.
Y como no resaltar a Thomas Mann, un escritor alemán que, por mí ascenso al poder, tuvo que abandonar Alemania e exiliarse en Suiza hasta 1938, ya que cuando comienza la segunda guerra Mundial, decide irse a EE.UU.
Desde allí, creo un programa de radio (con nombre anónimo) propagando el antifascismo, y escribió muchas obras, en una de ellas trato de analizar las causas del porqué el nazismo, como ideología, tuvo gran poder en Alemania y Europa en general.
Está claro que si semejante individuo llega a estar en Alemania, de él no quedasen ya ni los restos.
Y para acabar, como recuento final y casi como anécdota, me encantaría dejar explícito aquí en la obra de mi vida al completo, el papel que figuró el Papa Pío XII durante toda esta tremenda guerra.
Pío XII, santo cardenal de la Iglesia Católica, fue considerado por muchos como el salvador de los perseguidos, otros le condenaron por cobarde y antisemita. Su reputación es amargamente destruida, lo culpaban por no haber cumplido con sus obligaciones como Papa durante la 2ª Guerra Mundial, ya que no actuó para corregir las atrocidades que en esos momentos se vivían en Europa. Otros dicen que intentó que la guerra no se diese, hizo todo lo que estuvo a su alcance para acabar con ella.
La subida al poder de los nazis, se presentó como un gran dilema para Pío XII, éste odiaba todo lo referido al comunismo y de alguna forma estaba unido a los alemanes, por ser prácticamente toda la población católica, incluidos los miembros de la SS y yo mismo.
Su pacto con la Italia fascista obligaba a la sede a mantener una posición neutral, pero reservando el derecho de imponer presión moral de algún tipo. Pío XII, sufrió nuestra devastación nazi de Polonia, donde la Iglesia Católica fuertemente nacionalista fue atacada, acabando con ella y las personas que la dirigían (curas y monjas). El hecho se Nosotros los nazis consideramos que el poder de un cura sobre la población es muy fuerte, por tanto, un obstáculo para mi ideología en su totalidad. Recuerdo cuando éste Papa reclamaba que no se debía hacer sufrir a los judíos, por el simple echo de no pertenecer a una raza determinada. (Risas) ¿Eso? Que se lo diga a otro…
Creo que es poco el tiempo que me queda, por tanto señalaré los últimos acontecimientos que se han dado y que por tanto aseguran una derrota inmutable y arraigada por parte de Alemania.
Hace escasamente dos meses para ser exactos, justamente en febrero de este mismo año (1945), se produjo un bombardeo tremendamente atroz, en la ciudad de Dresde (Alemania), los Aliados están aquí desde hace poco y protagonizaron frente a los nazis tal ataque que provocó una matanza aproximada de 300.000 personas. No sólo este ataque me coge de sorpresa, sino también saber que los máximos dirigentes de G. Bretaña (Churchill), EE.UU. (Roosevelt) y URSS (Stalin), han acordado hace no más de un mes una reunión entre ellos, denominada: “Reunión de Yalta”. Donde han debatido abiertamente, la repartición de los territorios europeos ocupados por mí política fascista, una vez acabada la guerra, cuando consigan llegar a Berlín y de una vez por todas concretar las pautas de una posguerra.
Todo acaba, todo se pierde, todo se desvanece, todo termina, todo tiene un FINAL.
Ya no lo soporto más, cerraré este diario para siempre, mandaré a llamar a mi esposa, Eva Braun, y nos suicidaremos lo antes posible… Alemania tiembla y yo no puedo dejar que ese temblor pueda conmigo, prefiero pensar que moriré de la forma más honesta y que no sufriré las consecuencias de tanto desastre.
8:02 AM, amanece y el Sol no encuentra hueco entre tanta humareda para iluminar mínimamente la ciudad… Es la hora, olvidaré todo lo ocurrido y con mente fría avanzaré hacia la muerte como si de un reto se tratase, cumpliré con mi parte y desapareceré de aquí… nada, absolutamente nada de mí quedará en este lugar.
Si la guerra está perdida, no me importa que mi pueblo sufra, no derramaré ni una sola lágrima por él, no merece nada MEJOR.
30 de Abril de 1945
Suspiro y susurro un agradable: “Adiós, mi Gran Alemania”.
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